La
producción científica de un investigador o de un grupo, puede ser
evaluada mediante el análisis de la cantidad de artículos publicados
en revistas de calidad reconocida. Este tipo de estudio puede
hacerse también extensivo a una localidad e incluso a un país. En los
ámbitos académicos, la investigación se define, habitualmente, como
la generación de conocimiento. Por lo tanto, puede concebirse como
un proceso de producción, si bien las condiciones de funcionamiento
de dicho proceso, lo mismo que sus insumos y productos, resultan
difíciles de definir y precisar con alguna claridad.
Entre
los productos de la investigación se cuentan cosas muy distintas,
como publicaciones, patentes, desarrollos, transferencias, recursos
humanos, etc. La investigación básica -aquella orientada a responder
preguntas motivadas por la avidez de conocimiento o la curiosidad
intelectual, a diferencia de la originada en la necesidad de
resolver un problema particular- da lugar a la publicación de
artículos científicos o papers en revistas especializadas. La
comunidad científica internacional se comunica mediante esas revistas o
journals de circulación mundial.
El
conocimiento generado (o producido) por la investigación sólo toma
estado público y sale del medio de su creación cuando es publicado. La
publicación genera, también, un ámbito de discusión, en el que se
confrontan ideas, hipótesis y teorías. Antes, los intercambios de
opiniones ocurrían cara a cara. así lo hicieron Pasteur y Pouchet,
lo mismo que Einstein y Bohr; pero cuando las ideas son asentadas sobre
el papel, aun sin una localización precisa en el espacio y el
tiempo, las discusiones se enriquecen con el aporte de muchos. Por
otro lado, el registro impreso constituye un archivo de la actividad
científica que se incorpora al acerbo cultural de la humanidad.
Aunque los papers no sean los únicos productos de la investigación, proporcionan una manera fácil de medirla.
Seguramente
por ello constituyen el indicador más usado -aunque muchas veces no
se lo admita- en los ambientes académicos, a pesar de las criticas que
puede merecer el procedimiento. Independientemente de la validez del
indicador, en particular, su fidelidad, limitaciones y
desviaciones, es sin duda útil disponer de datos sobre, por lo
menos, los aspectos cuantitativos de las actividades científicas y
tecnológicas, sobre todo para establecer políticas de asignación de
recursos y para determinar los resultados de estas. Así es como se
habla de una nueva disciplina que se ocupa del asunto, bautizada con
los nombres de cientometría (scientometrics) o bibliometría.
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